Rochester, Minnesota - La coprofagia, o sea comer las propias heces, es algo común entre los animales, pero rara vez se ve en los seres humanos. Los científicos de Mayo Clinic revisaron los casos de una docena de pacientes adultos diagnosticados con coprofagia en los últimos 20 años y descubrieron que ese comportamiento se relaciona con una amplia gama de trastornos neuropsiquiátricos, particularmente con demencias neurodegenerativas. Los resultados se publicaron en la Revista de Neurología.

De la docena de pacientes con coprofagia diagnosticados en Mayo Clinic entre 1995 y 2015, la mitad tenía demencia. Durante esas dos décadas, Mayo Clinic evaluó a 67 000 pacientes con diagnóstico de demencia y eso dio una frecuencia de casos de coprofagia informados en la demencia de aproximadamente 1 en cada 10 000 personas.

Si bien la coprofagia es rara en los humanos, posiblemente también es poco informada, comenta el autor principal, Dr. Keith Josephs, neurólogo del comportamiento en Mayo Clinic. Este médico anima a los familiares y a las personas cuidadoras que observen ese comportamiento a comunicarse con los equipos de atención de pacientes en busca de ayuda. “Sepa que existe tratamiento para esto y que su ser querido no tiene que salir ni de la vivienda tutelada ni del asilo médico”, añade el Dr. Josephs.

A fin de tratar la coprofagia, se intentó modificar el comportamiento mediante ropa restrictiva y terapia medicamentosa con antiepilépticos y antidepresivos. Los autores del trabajo dicen que posiblemente se necesite un fármaco antipsicótico para detener el comportamiento y anotan que el medicamento antipsicótico haloperidol detuvo el comportamiento en cuatro pacientes.

Las exploraciones por imágenes del cerebro de los seis pacientes con demencia mostraron atrofia moderada a grave en la parte media del lóbulo temporal, incluida la parte cerebral llamada amígdala. Se desconoce la causa de la degeneración, aunque en un paciente, la autopsia del cerebro mostró un tipo de degeneración cerebral conocida como degeneración lobular frontotemporal, explica el Dr. Josephs. En los otros seis pacientes sin demencia, los posibles culpables fueron la edad, las convulsiones y los cambios metabólicos.

La coprofagia conlleva riesgo de infección y hasta de muerte.

A los 12 pacientes con coprofagia se los dividió proporcionadamente entre hombres y mujeres. Entre estos pacientes, fue también común ver otros comportamientos, incluida manipulación fecal (pintar con las heces), hipersexualidad, agresión y pica (ingerir objetos de todo tipo). La edad media de aparición de la coprofagia fue de 55 años, con un rango de 20 a 88 años. No se documentó ninguna deficiencia nutricional en los humanos con coprofagia.

Otros coautores del trabajo son la Dra. Jennifer Whitwell, el Dr. Joseph Parisi y la Dra. Maria Lapid, todos de Mayo Clinic.